viernes, 6 de mayo de 2016

El espectáculo que enseñaba a defender tu sombrero.

        ¿Conocéis a Asier Etxeandía? Es un actor, entre otras muchas cosas, nominado en los Goya 2016 como mejor actor principal,una pena que finalmente no fuera el ganador, porque su interpretación en "La novia" es magnífica. 
        
         Pues a este actor voy a ver a su espectáculo "El Intérprete" que se representa en el Teatro Calderón de Madrid y que recomiendo encarecidamente. Creo que podéis estar pensando dos cosas: que quizá os importe un pimiento el teatro, (si pensáis eso, por favor dadle una oportunidad, descubriréis un mundo maravilloso y adictivo), y por otra parte que he debido volverme loca al hablar de mis preferencias culturales en un blog de derecho y menores. Pues os equivocáis, este actor y este espectáculo germinaron una reflexión que quiero compartir con vosotros.


        Lo primero que me llamó la atención del espectáculo "El Intérprete" (precioso, reitero), fue una entrevista que se publicó en el periódico El Pais el día 23 de junio de 2013, (aquí podéis leer la entrevista), en el que se hacía un repaso de su argumento. Casi siempre me había imaginado a los actores como los más populares de su colegio, de su instituto, como el que anima las fiestas allá dónde quiera que se encuentre, ¿por qué? Supongo que porque desde los medios de comunicación o desde las campañas de marketing de las agencias publicitarias, siempre nos presentan a los actores como personas de gran carisma, atractivos a rabiar, e imagino que buscan que nos "enamoremos" de su imagen.

        Sin embargo en esta entrevista sorprendentemente se relataba:


"Los mismos amigos imaginarios que asistían a sus conciertos en la habitación le acompañaban a Asier luego en la calle. Y eso no contribuyó a su popularidad en el mundo que había fuera de las cuatro paredes. “Yo era un friki”, admite. “Era larguirucho, rubio, parecía una niña. Tenía gafas de culo de vaso, cuatro y pico dioptrías. Me vestía mi madre, era un cuadro. Ella tenía un poco de obsesión conmigo, hasta niveles que no me ayudaron mucho en el colegio. Por ejemplo: me compraba un modelito para ir a la boda de mis tíos, con pajarita y pantalón corto amarillo, y luego me lo estaba poniendo durante meses para ir a los jesuitas. Tú imagínate”.

El colegio, para Asier, fue una “verdadera tortura”. “Todos los niños se reían de mí”, asegura. “Yo estaba todo el día solo. Supongo que debía de tener una pluma bastante gorda de pequeño. No jugaba al fútbol, y con esa pinta, todo el día hablando con seres imaginarios, figúrate. Todos los días tenía cinco niños esperándome fuera para darme de hostias. Me acompañaban dándome tobas hasta mi casa. El colegio fue una pesadilla. Lo pasé fatal”.

Solo una vez plantó cara a sus acosadores. Fue cuando un niño insultó a su abuela, que acababa de morir. “Me dije: ‘Lo mato’. Quedamos fuera después de clase para pegarnos y yo me fui desinflando, siempre me ha aterrorizado pegarme. Si me menosprecian o me humillan, me hago pequeño, pero también tengo muy mala leche. El caso es que íbamos a zurrarnos y yo estaba totalmente desinflado, sabía que me iban a partir la cara. Y justo vi a mi padre bajar por la calle, y me armé de valor. Hice ¡¡¡bbbrrraaa!!!, como en Juego de tronos, y empecé a pegarle al chaval. Fue la única vez que me he peleado, y lo hice para que mi padre no viera cómo me zurraban”."


        ¡Ups! pues no es todo tan maravilloso como cabría esperar... El actor sufrió acoso escolar por sus gustos, por sus preferencias, por no ser como el resto de las personas, porque nadie le había explicado a esos niños que cada cual puede tener las aficiones, las ilusiones y las ideas que desee. Por eso en su espectáculo anima a todos: "Defiende tu sombrero por ridículo que sea". 

           Pues me encontraba animada con mis entradas para ver el espectáculo, cuando me comenzaron a saltar mensajes en twitter de usuarios que, de repente, clamaban venganza contra los acosadores, y la verdad es que no entendía nada, varias personas pedían castigos a los acosadores escolares; rasqué un poco, y encontré la respuesta: era el día 2 de mayo, Día contra el acoso escolar, claro, y era necesario poner el mensaje de turno y de moda.

        He de reconocer que antes de estar sumida en el mundo de los menores yo también era de las que pedían un castigo sin clemencia, a ser posible con escarnio público y sombrero de cascabeles para el acosador.... pero después de estudiar un poco y al escuchar a muchos profesionales, a Javier Urra, a varios psicólogos infantiles, y últimamente a Luis Arribas de la Rubia, me dí cuenta de que efectivamente el castigo al acosador no era la solución por sí sola para atajar el problema: son necesarias la conjunción de varias fórmulas.

        En diversas ocasiones os he comentado que creo que el Derecho, la Justicia y los Juzgados no son la única solución a nuestros problemas, creo que el Juez necesita de más herramientas para poder parar una situación de acoso, y estas herramientas no se encuentran en un Código Penal, se encuentran en casa, en el colegio, en la ayuda psicológica de especialistas.

        ¿Sabéis cuáles son las causas por las que se suele acosar en España? Según un informe emitido por el periódico El Pais en febrero de 2016, son diversas. Preguntadas varias personas que reconocían haber acosado a alguien: 

     
        ¿Os dáis cuenta? Somos muy modernos y muy progres, pero, como nota generalizada, falta en los agresores empatía, respeto, y sobretodo la idea de que cada uno puede pensar diferente. El relato de Asier Etxeandía encaja con lo que se plasma en el gráfico.

        Por eso creo que es necesario que en los colegios y en casa se enseñe a los menores, desde que son pequeños, a respetar las ideas de los demás, su forma física, sus ilusiones; creo enormemente en la capacidad de las personas para cambiar las cosas, simplemente con cambiar su actitud. Nadie es mejor que nadie.

        ¿Y con las víctimas? ¿Qué hacemos?. Creo que también debemos enseñarles a denunciar estas situaciones, a buscar ayuda, a hablar de ello, a que no es cobarde quien denuncia, a que acudir a terapia para asumir ciertos problemas no es vergonzoso. Pero también, y como se dice en el espectáculo, os animo a enseñarles a defender su sombrero por ridículo que sea, porque quizá, si les inculcamos valor, si les enseñamos que puede ser que estén equivocados pero que en todo caso es su derecho a  la equivocación; su derecho a soñar; su derecho a desear; su derecho a vivir de una determinada manera; su derecho a ser de una determinada manera, quizá, como por arte de magia, podremos formar futuros adultos equilibrados, respetuosos y que un día, por qué no, realicen cosas grandiosas, como un importante descubrimiento científico, o una clase magistral, o un espectáculo maravilloso en el que a su vez, animen a los demás a defender su sombrero y a quererse.


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